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Este proyecto nació en el Liceo 11 de Villa Urquiza, por iniciativa de un grupo de profesoras que sueñan con un mundo más justo para todxs, con menos violencia y más respeto. La educación sexual es una herramienta de liberación y descolonización de los cuerpos, hoy dominados por mandatos que oprimen y provocan sufrimiento. Como la vida es cambio constante, algunas personas se quedan, otras se van, entonces este proyecto toma vuelo propio, se expande, se multiplica, e invita a todxs lxs que quieran sumarse a esta aventura de desandar caminos y armar otros nuevos, mejores...

lunes, 31 de octubre de 2011

PALABRAS QUE MATAN

Vamos a insistir desde este espacio cuantas veces sea necesario: implementar la ley de Educación sexual en el aula implica luchar por un mundo más justo. Un mundo en el que no mueran las personas por su identidad sexual, en el que las palabras no sean asesinas, no humillen, no se claven en el alma para distanciar, para sentenciar, para marginar. Estamos a años luz de que esto ocurra. Cada año lectivo que transcurra sin que los contenidos de ESI se implementen en TODAS LAS ESCUELAS, es tiempo de dolor, de no cuidado, de violencia multiplicada, de silenciamientos, de hipocresías sobre las prácticas sexuales, de dobles discursos.
Cada niña y niño que transita nuestras aulas vive y aprende de lo que decimos y lo que no decimos, de cada insulto que se deja pasar, de la complicidad del adulto que no mira, que naturaliza la violencia, que la reproduce. Demasiados mensajes cargados de prejuicios escuchan en los medios y en pocas aulas se reflexiona sobre eso.
Basta de crímenes de odio
Basta de violencia misógina, homofóbica, lesbofóbica, transfóbica.
Basta de control sobre los cuerpos
Educar en sexualidad es emancipar, es dar lugar para una vida más libre y más feliz

soy
VIERNES, 28 DE OCTUBRE DE 2011
A LA VISTA

Palabras que matan

¿No será hora de que los medios se pregunten hasta qué punto contribuyen a la violencia y a la muerte con su lenguaje sin respeto a las personas trans?

Por Diana Sacayán
El miércoles 19 de octubre nos desayunamos con la tristeza de haber perdido una compañera: La Moma. Como a tantas otras chicas, no la pudimos ver envejecer. A veces me pregunto cuándo será el día en que algunas de nuestras chicas trans muera de vieja sin que nadie la haya expuesto a la violencia consentida por los discursos de una sociedad ignorante y miedosa, que no acepta que la identidad es una construcción social, que nada tiene que ver con lo natural, que acepte la diversidad como una riqueza, que rompa con la concepción de un sujeto “normal”.
Estigmatizadas las travestis por elección de vida, están pagando lo que la sociedad no quiere ver con sus propias vidas. Conviviendo con frases que las reducen a “tipos disfrazados”, se sienten en autoridad de decretar que son “enfermos”. La Moma, Carolina González Abbat, fue asesinada: asfixiada, apuñalada, golpeada y el solo hecho de que ella haya sido una chica de la zona roja de nuestra ciudad la pone en lugar de acusada y la corre del lugar de víctima.

La causa perdida

Así sucede que cuando se investiga la causa (de la cual ya se sabe que hay testimonios falsos divulgados por los periodistas y la policía) se les pregunte a las compañeras si ella vendía droga. Andrea, gran amiga de La Moma, bien explicó que la droga no es algo inherente a la sociedad trans, “la sociedad entera vive drogada porque no quiere ver. Los mismos tipos que te dan una paliza son los que te vienen a buscar a la noche, solitos y cuando nadie los ve. Son nuestros clientes y después te cagan a palos”. Hoy nos enteramos de que otra chica había muerto en el hospital después de haber estado varios días internada por ser quemada por su pareja.
Otro hecho aberrante fue el asesinato de Ceci, una compañera travesti que fue asesinada en un hotel de la ciudad de La Banda, en Santiago del Estero, de cuatro balazos. Uno en la cabeza, otro en el brazo derecho, un tercero en el omóplato y finalmente en una de sus piernas. Luego de permanecer un día internada, falleció en un hospital de la provincia. El asesino es un presunto cliente ex futbolista que en su declaración alega que Ceci quiso robarle.
En este caso en particular, los familiares no solo se negaron a dar información, sino que además prohibieron la entrada en el velorio y en el día de su entierro echaron a pedradas y palazos.

El medio es el arma

En este hecho, como en los demás crímenes de odio, se oculta la violencia de género contra trans y travestis y el abordaje que los medios de comunicación hacen es de una falta de respeto y ética que deja en evidencia la falta de contextualización de las circunstancias socioculturales y políticas en las que se producen estos crímenes.
En muchos casos, y especialmente en nuestro país, la monopolización de los medios de comunicación ha instalado un discurso único, salvaje y demonizador sobre las identidades de género no tradicionales (léase travestis, transexuales y transgénero) introduciéndose así en la vida cotidiana de l*s ciudadanos que gran parte del día consumen la TV y la Internet, elaborando en el imaginario colectivo una mirada negativa de las personas trans.
En muchos casos las noticias relacionadas con personas trans se presentan confusas, distorsionadas o en un tono que siembra dudas siempre sobre la victima. Una de las cuestiones está relacionada con cómo se nombra a esas víctimas. Por nombrar un ejemplo, cuando se refieren a una personas trans masculina, se acentúa que se trata de una persona biológicamente mujer y en viceversa de una personas trans femenina. La noticia presentada de esta forma crea un único discurso donde se reproducen estereotipos que establecen roles de género.
El lenguaje en los medios juega un rol fundamental en la construcción de modelos patriarcales, sexistas y heteronormativos. Los crímenes de odio cometido contra personas trans son abordados en su gran mayoría como crímenes pasionales y así la noticia des-informa, de manera que convierte en errónea la representación de la realidad.
La transfobia, homofobia y todas las fobias se ven expresadas en este modo de comunicar, que deja en claro la falta de formación de los comunicadores sociales; pero también que el trabajo que se viene realizando es poco y muy largo camino que en esta materia queda por abordar desde las organizaciones sociales que trabajan en defensa de los derechos de las personas trans.
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